Una extraña sucesión de fenómenos atribuidos a la presencia extraterrestre y que se manifiestan con luces, huellas, avistajes de naves y la singular presencia de un huidizo animaloide que depreda la zona atemorizando a residentes y pescadores, tiene epicentro en una reserva natural y una represa ubicadas en la localidad de Moreno, a escasos 40 kilómetros del centro de la Capital Federal.
Allí, el intenso trabajo de un equipo de investigadores en este tipo de casuística, ahondó sobre los hechos en un arduo trabajo de campo al cabo del cual, si bien no logró tener resultados concluyentes, sí pudo constatar que la zona es un lugar proclive a la actividad alienígena captada en imágenes y rastros que revelan presencia de otros mundos.Daniel Valverdi, Jorge Marrón y Daniel Szauter, integrantes de Código Ovni, empezaron a profundizar las investigaciones en torno a los sucesos que se repiten en la Reserva Natural Los Robles, que pertenece a la municipalidad de Moreno, y la represa Roggero, en la búsqueda de esclarecer el rosario de misterios que allí se registran.En rigor, los investigadores pusieron la lupa en el Oeste del conurbano hace casi dos años, convencidos que el sitio era ideal para ahondar la pesquisa ovnilógica. Ahí fue donde terminaron tropezando con señales y testimonios reveladores de una misteriosa actividad de clara reminiscencia extraterrestre.En diálogo con Expedientes Secretos, Valverdi expuso los pormenores de la investigación que si bien continúa lanzada, tuvo hasta ahora dos “avanzadas” en procura de desentrañar las claves ocultas en la espesura de la reserva pero que, evidentemente, vienen del cielo.“Las huellas con las que empezamos a trabajar en el lugar fueron las que dejó ‘algo’ que no llegó a posarse sobre el terreno pero que sí marcó la hierba en círculos y aparentemente liberó material magnético sobre el que seguimos trabajando” sostuvo Valverdi, para quien esas marcas son secuelas de visitas de ovnis.Sin embargo las huellas son, si se quiere, la resultante de otro tipo de actividad también objeto de estudio para el grupo y que se sostiene en los vívidos testimonios de pescadores, residentes en el lugar y policías que mucho tardaron en recobrar su aliento tras el acontecimiento que los tuvo como privilegiados protagonistas.Uno de ellos es el encargado de custodiar la represa Roggero, Héctor Losa, que relató como la cabaña en la que se afinca sobre el dique fue blanco de una singular experiencia cuando un zumbido, primero, fue el anticipo de un monumental baño de potente luz blanca que iba a caer sobre la edificación.Losa se enteró de la luz y la asoció con el zumbido -paralelo a que perdiera la recepción de la antena telescópica del televisor- cuando dos policías que recorrían el lugar se acercaran presurosos hasta la cabaña para averiguar que era lo que acusaba ese resplandor que, de repente, se extinguió.Cosas rarasOtro residente en la zona de la reserva, Adrián López, también aportó detalles a los investigadores de cómo una luz incandescente se apoderó de un establo en otra increíble manifestación digna del mejor capítulo de la serie X Files.Pero hay más. Valverdi y su equipo accedieron a la historia de un grupo de pescadores que retornaba de una noche de poco pique en el espejo de agua del dique, cuando en medio de la reserva una densa neblina los envolvió y dentro de ese manto nuboso, también apareció una luz que fue desapareciendo en la medida que se elevaba.No obstante, además de la huellas y las luces, en la reserva hay lugar para otro enigma que los integrantes de Código Ovni intentan esclarecer a partir de los datos que reunieron en torno a lo que sería una entidad de apariencia animal que suele hacer desde travesuras hasta depredaciones de aves de corral en lo profundo de la reserva.Según Valverdi, los elementos que el grupo pudo recolectar plantea la presencia de un ser de apariencia extraña y singular a la que se le atribuyen las muertes de gallinas, patos y gansos en un amplio radio de la reserva.“Si tuviéramos que definirla diríamos que se trata de una entidad depredadora de aspecto animal” señaló Valverdi, quien como “señas” del extraño ser marcó su apariencia simiesca, cubierto de pelo, de una altura cercana al metro veinte y dotado de garras.Este último dato es uno de lo que multiplica el perfil de misterio: no existe en la fauna del lugar un animal reconocido cuyas garras dejen el tipo de marcas que los investigadores encontraron en su búsqueda ahí bien adentro de la reserva donde, sigilosa y expectante, una figura de aspecto no común se oculta en el follaje.
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